domingo, 10 de mayo de 2009

VOLVER


En muchas ocasiones ,aunque no parezca, nos gusta huir de nuestra realidad, como si lo que viviéramos no nos importara o, más bien, no nos gusta y, cuánto no daríamos en muchas oportunidades por escaparnos un instante y tan solo pensar en que las cosas serían diferentes, y podremos crear un mundo tan distinto, imaginémoslo, con poderes mágicos, con los sueños hechos realidad, con la vida llena de tanta alegría, que al compararla con nuestro mundo y nuestro hoy no tendrían la mínima semejanza.

Pero, estamos siendo otros Pedros, que prefiere quedarse mirando lo grandioso de la transfiguración y se le olvida lo bello de la cruz; cuánto cuesta aprender a sufrir, cuánto cuesta aceptar nuestra realidad y nuestros problemas; sin embargo estamos aquí ante un mundo cada vez más dividido, más gobernado por el poder y por los placeres; en vez de ser gobernado por la paz, la justicia, el amor y la fraternidad, en una realidad en la cual guste te o no, no tienes poderes mágicos, para que con un simple conjuro o un estallido de la varita pudieras cambiar la realidad; pero si cuentas con el corazón, con las ganas de vivir, de amar y de ser amado en especial por aquel que nos ha amado primero, esa es nuestra fuerza el amar y el amar con toda.

Estamos parados ante un mundo que pide amor y tu conjuro, tu estallido mágico en esta oportunidad será amar totalmente y sin límites, respetando al otro, luchando aguerridamente por lo que tanto amas, por lo que sueñas, por lo que esperas; mas… falta algo, lo primordial, es decir, falta ÉL, sí, Dios, porque aunque suene cansón o fastidioso (para muchos) si falta él, vano es nuestro trabajo, vana son nuestras ilusiones, vana es la misma vida.

No dejemos a un lado lo importante, o sea, el Señor, pues él ha caminado a nuestro lado y sigue caminando, nos carga en sus brazos cuando nos cansamos, es el verdadero amigo que nunca falla y que ama totalmente sin prejuicios o preferencias, te ama porque eres tú, solo por eso y aunque te equivoques el seguirá estando ahí, desde su balcón, pero también en la calle, en los prados, desde todo punto, mirará el camino que conduce de nuevo a casa, para que apenas vea tu sombra que deja ver el sol, él baje las escaleras salga corriendo a tu encuentro te llene de besos y abrazos y te haga una fiesta, porque para él, tú sigues siendo su hijo.