lunes, 16 de marzo de 2009

TÚ ERES…


Tú eres quien se hizo nada ante nuestros ojos en una cruz y en esa cruz, que era roja, porque era tu sangre derramada quien la cubría; ahí, cuando fuiste tratado como un delincuente más en ese signo catalogado de perdición, nace la salvación.

Tú eres por quien nuestra vida toma sentido, ya que, descubrimos en ti a Dios que se hizo hombre como nosotros, para compartir y entender nuestra condición humana, y así tus brazos extendidos abrazan a la humanidad, como el Padre abrazaba al hijo cuando volvió a casa.

Tú eres quien mueve el corazón, que desde una barca llamas, confirmas y hechas mar adentro, en el mar de la vida, de la historia; eres el que se compadece, el que llora por un amigo, eres quien al entregar tu espíritu al Padre mueres por amor a quienes te crucifican.

Quedan cortas mis palabras para describirte, porque al ser tú mi todo eres mi vida y quien mejor que tú me conoce, y yo con mis brazos no te abarco, pero tú con los extendidos en la cruz me abrazas como mi Padre, como mi hermano, como mi “Dios y mi todo”.

De vuelta…


Hace un tiempo escuché una frase que encierra lo qué significa seguir a Cristo y , quizás me este equivocando, pero ésta es una de aquellas que no se olvida y que quedan en la memoria de la mente y el corazón, dice así: “Si Cristo no se bajó de la cruz, yo no me voy de acá”.

Bella frase pronunciada por Juan Pablo II, cuando algunos cardenales le sugerían que adjudicara o renunciara por su enfermedad y él ante tal propuesta contesta así. Definitivamente los caminos del Señor no son como uno los piensa, sino que tienen su tinte de misterio. Sin embargo, lo fundamental de todo esto es estar aferrado en el Señor, con la firme convicción de cumplir la voluntad del Padre.

Hay .momentos en la vida en los que uno pensaría ceder y dejar las cosas a un lado; pero, casualmente, uno descubre que hay una fuerza que lo impulsa a seguir, cómo llamarla, yo no sé, solo sé que es la misma que inspiro y llevó a Jesús a la cruz por amor a nosotros; la misma que nos dice: sigue adelante, yo te acompañaré y no te dejaré solo.

Definitivamente, aquella frase demuestra lo que es estar por él y descubrir que es él quien nos pro visiona de lo necesario, para que no falte nada en el camino que conduce de nuevo a Jerusalén.